jueves, 21 de noviembre de 2019

Día 5







Eres mi debilidad.

Salimos de nuestra cita en Zepeto y no puedo dejar de pensar eso, que eres mi debilidad. Es que eres tan... Cuando me dijiste lo de tu ropa me dio un ataque de ternura, y unas ganas inmensas de conseguir lo que te hacía falta. Ten por seguro que si hubiera estado disponible aquel traje para regalar, te lo habría dado. Lo grandioso de esto es que ni siquiera lo habría pensado dos veces, solo lo habría hecho.

¿Instinto protector? Probablemente sea eso, aunque estoy redescubriendo este instinto protector, que parece ser más intenso de lo que pensé. Si tengo que hablar en serio, que algo te suceda o algo te falte o algo te dañe me preocupa más que la posibilidad de no tenerte. Es extraño, ¿no crees? Caín no quiera, pero si alguna vez me dices que deseas que cada quien siga su camino..., dolería pero saberte bien me sería un alivio.

Ahora bien, si te imagino pasando penurias o sufriendo, aunque sea algo tan mínimo como no tener algo que te gustaría, siento la imperiosa necesidad de cambiar eso. Con amistades puede pasarme, pero siempre es a un nivel normal. Trato de ayudar y si no puedo, bueno, al menos intenté.

Contigo es totalmente distinto.

Protegerte a ti es como respirar. Si no lo hago me ahogo. Quiero que estés bien, que cuentes conmigo y adoro poder complacerte en lo que sea, porque rara vez eres egoísta y por eso te mereces absolutamente todos los caprichos del mundo, y más. Perdona si en algún momento resulto ineficiente con ello, ¿sí? Procuraré hacerlo lo mejor que pueda, porque te amo y no hay cosa que me haga tan feliz como saberte feliz a ti...

Ahora sabes que no exagero cuando digo que adoro consentirte, kkk. Te adoro a ti, todo tú. Gracias por esta cita, ha sido hermosa. Día cinco de treinta, tachado.

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