sábado, 7 de diciembre de 2019

Día 21







Hoy, por primera vez, traté de alejarte. Me sentí muy tonto, y luego pensé que no lo sería tanto, porque tal vez así no tendrías que soportar mis dramas.

Hoy descubrí que hay dos cosas que no me agradan de mí. O, mejor dicho, que amo como parte de amar lo que soy pero aun así reconozco que todo me sería más sencillo sin ellas.

La primera es el ser tan... no lo sé, ¿sensible al entorno? Como si este tuviera un gran poder sobre mí, al yo percibirlo. Como si me obligara a tener que hacer un esfuerzo conciente para no dejarme contagiar, poniendo distancia o construyendo barreras sin sentido.

La segunda es mi tendencia a entrar en pánico y alejar lo que quiero, por mi temor compulsivo a dañar lo que quiero. Hoy me di cuenta de que no basta con advertir al respecto, que aun así asusta, y que es infinitamente egoísta esperar que la otra persona cargue con ese peso. Y pensé en Artemis, porque una vez le pasó con el que era su pareja, y él hizo eso cuando estuvo en mis zapatos: alejar.

Pero yo no quiero, porque me dijiste que te asustaste y mi inmenso deseo de cuidarte parece ser lo suficientemente grande como para equiparar eso. Esta vez, en esta vida, contigo..., parece ser lo suficientemente grande para ganarle.

No te mentiré, tengo mucho miedo de repetir otro de estos sustos para ti. No quiero. Pero no quiero seguir la opción más inmediata o lógica. Contigo no. Yo solo quiero... ser mi mejor versión para ti. No porque desconozcas mi peor versión. La has visto hoy, y otras veces también la has visto para con amistades. No quiero que sea ignorancia sobre mi ser lo que te mantenga a mi lado. Quiero que sea tu amor. Porque si es amor puedo devolvértelo a manos llenas, o incluso más.

Por un momento dudé de este obsequio, ¿sabes? Pero ahora, al final de la noche, solo puedo estar más seguro de este paso... Te devolveré algo que me dijiste una vez:

¿Cómo puede existir un ser tan perfecto? ¿Y cómo puede que ese ser se fijara en mí?

Gracias por fijarte en mí, y por seguirte fijando en mí todos los días. Me aferraré a ti también, porque tú no necesitas ser perfecto, pero a la vez sí eres perfecto para mí... No por no tener defectos (pequeños, adorables como tú mismo eres, y los adoro), sino por ser el match perfecto for this mess. Te amo, mi criatura perfecta.

Día veintiuno de treinta, ¡tachado!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario