viernes, 13 de diciembre de 2019

Día 27







Nuestra cita fue magnífica.

Hoy fue un día accidentado. Te hablé sobre lo que sentía, mis inconformidades respecto a X cosas que no merecen espacio aquí. En el momento pensé que era algo negativo. Me refiero a negativo en el sentido de que hoy celebrábamos nuestros trescientos días juntos y que no era dable arruinar eso.

Una cosa que me pesa mucho es que siento que te hacía ilusión participar en aquellas actividades, y lamento haber terminado eso. Yo sé que tú no me dirás nada al respecto, porque comprendes mis razones, y aun así, sigo sintiendo culpabilidad. Y es extraño, porque al mismo tiempo que siento culpa, también me siento mejor. Mejor a como estaba en la tarde.

A veces me frustro porque no debería dejarme llevar por mis emociones, y aunque sé que soy emocional eso no deja de resultar problemático. La forma en que tú pareces lidiar con esos lados míos me resulta intrigante y asombrosa a la vez, ¿sabes? Por lo general, luego de que boto la angustia me siento mejor, porque lo he sacado ya de mi sistema. No suena tan mal, pero si nos detenemos a pensar que pocas personas tienen paciencia suficiente para sobrevivir a los malos ratos, ya no es tan bonito. Y está bien, porque nadie debería tener que tolerar el pesar ajeno o el mal humor. Es por eso que yo siento que te debo tanto, porque no tienes que hacerlo, pero lo haces.

Y siento que lo haces porque realmente te nace.

Me gustó el que pudiéramos ver los cortometrajes animados, y escoger nuestra ropa de pareja para navidad. Estas pequeñas cosas que dan tanta felicidad... Gracias por todas y cada una de ellas. Te amo.

Día veintisiete de treinta, tachado.

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